PLAYAS DE CHOWPATTY. BOMBAY, INDIA, 1 DE NOVIEMBRE DE 1981
En un pequeño pueblo campesino al pie de los montes más altos de Occidente, en la lejana Sudamérica, dimos nuestro primer mensaje.
¿Qué dijimos entonces?
Dijimos: sin fe interna, sin fe en uno mismo, hay temor; el temor produce sufrimiento; el sufrimiento produce violencia; la violencia produce destrucción. Por ello, la fe en uno mismo supera la destrucción.
Y también dijimos: hay muchas formas de violencia y destrucción. Hay una violencia física, una violencia económica, una violencia racial, una violencia religiosa, una violencia psicológica y una violencia moral. Y denunciamos las formas de violencia y entonces nos dijeron que debíamos callarnos. Y nos callamos, pero antes explicamos: “Si es falso lo que hemos dicho, pronto desaparecerá. Si es verdadero, no habrá poder en el mundo capaz de detenerlo”.
Pasaron 12 años de silencio y ahora hablaremos nuevamente y nos escuchan miles y miles en los distintos continentes de la Tierra.
Y en el Occidente cínico, ahora nos dicen: “¿Cómo puede ser que alguien te escuche si no prometes dinero, ni prometes la felicidad; ni haces milagros, ni curas; si no eres un maestro, si eres simplemente un hombre como todos?”. “¿Nada hay de extraordinario en ti: no eres un ejemplo a seguirse, no eres un hombre sabio o alguien que ha descubierto una nueva verdad... Y ni siquiera hablas nuestra propia lengua. ¿Cómo es posible que alguien quiera escucharte?”
¡Oh!, ¡hermanos del Asia, ellos no entienden la voz que habla de corazón a corazón!
Ellos han logrado un cierto nivel de desarrollo material. Han logrado un nivel material que también nosotros necesitamos. Pero queremos desarrollo y progreso sin su suicidio, sin su alcoholismo, sin su drogadicción, sin su locura, sin su violencia, su enfermedad y su muerte.
Nosotros somos gentes comunes, pero no somos cínicos y cuando hablamos de corazón a corazón, los hombres buenos en todas las latitudes nos entienden y nos quieren.Y ¿qué decimos hoy desde India, palpitante corazón del mundo? Desde India cuya reserva espiritual ha sido enseñanza y respuesta para un mundo de mente enferma. Decimos: “¡Trata a los demás como quieres que te traten a ti!”. No hay acto humano superior a éste, no hay moral más elevada que ésta. Cuando el ser humano comprende esto y lo lleva a la práctica en cada día y en cada hora de su día, progresa y hace progresar a otros con él.
La Tierra se deshumaniza y se deshumaniza la vida y la gente pierde fe en sí misma y en la vida. Por ello, humanizar la Tierra es humanizar los valores de la vida. ¿Qué cosa hay más importante que superar el dolor y el sufrimiento en los demás y en uno mismo? Hacer progresar la ciencia y el conocimiento es un valor si va en la dirección de la vida. La generación y distribución justa de los medios de subsistencia; la medicina; la educación; la formación de intelectuales con sensibilidad social, son tareas que deben emprenderse con el entusiasmo y la fe que merecen toda obra que lucha por superar el dolor en los demás.
Bueno es todo lo que mejora la vida. Malo es todo lo que se opone a la vida. Bueno es lo que une al pueblo. Malo aquello que lo desune. Bueno es lo que afirma: “Todavía hay futuro”. Malo es decir: “No hay futuro ni sentido en la vida”. Bueno es dar a los pueblos fe en ellos mismos. Malo es el fanatismo que se opone a la vida.
Humanizar la Tierra es humanizar también a quienes tienen influencia y decisión sobre otros para que escuchen la voz de los que necesitan superar la enfermedad y la pobreza. Nuestra Comunidad se inspira en las grandes enseñanzas que predican la tolerancia entre los hombres. Y esa tolerancia va más lejos, porque pone como el valor más alto de todo acto humano a este principio: “Trata a los demás como quieres que te traten a ti”. Únicamente si se pone en práctica este principio opuesto a la insensibilidad, el egoísmo y el cinismo, se podrá comenzar a humanizar la Tierra.
Nuestra Comunidad es una fuerza moral tolerante y no violenta, que predica como valor más alto: “Trata a los demás como quieres que te traten”. Éste es el impulso moral que se debe canalizar en las nuevas generaciones y que debe practicar quien verdaderamente desee comenzar a humanizar nuestra Tierra. Muchas personas quieren perfeccionarse, muchos quieren superar su confusión interior y su enfermedad espiritual y creen que pueden hacerlo cerrando los ojos al mundo en que viven, y yo digo que crecerán espiritualmente sólo en el caso de que comiencen por ayudar a otros a superar el dolor y el sufrimiento. Por ello proponemos actuar en el mundo: no abandonar el partido, ni la organización a la que se pertenece, todo lo contrario. Si uno cree que su organización puede contribuir a superar el dolor y el sufrimiento uno debe militar entusiastamente allí, y si allí hay defectos, uno debe empujar para corregirlos y convertirlos en instrumentos al servicio de la humanización. Porque si no se renueva la fe en uno mismo, en el sentido en que uno puede contribuir al progreso, y si no se renueva la fe en las posibilidades de cambio de los otros (aun cuando existan defectos), quedaremos paralizados ante el futuro y entonces sí, triunfará la deshumanización de la Tierra.
Formar comunidades de familia, de compañeros de trabajo, de amigos, de vecinos; formarlas en las ciudades y los campos como fuerza moral que dé fe en sí mismos a los individuos y los conjuntos humanos, será crecer espiritualmente mirando el rostro de tu hermano para que también crezca. Y si crees en Dios, considera su infinita bondad y su designio para que el ser humano se ponga un día en pie y honre a la Tierra humanizándola.
Debes empezar una vida nueva y debes tener fe en que puedes hacerlo. Para que esto sea posible, acompáñame en un acto libre, valiente y profundo que sea, además, un compromiso de reconciliación. Ve hacia tus padres, tu pareja, tus compañeros, amigos y enemigos y diles con el corazón abierto: “Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mí”, y explícales entonces, este mensaje de reconciliación. Quisiera repetir estas frases: “Ve hacia tus padres, tu pareja, tus compañeros, amigos y enemigos y diles con el corazón abierto: ‘Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mí’ y explícales entonces, este mensaje de reconciliación.”
Para todos, ¡paz, fuerza y alegría!
En un pequeño pueblo campesino al pie de los montes más altos de Occidente, en la lejana Sudamérica, dimos nuestro primer mensaje.
¿Qué dijimos entonces?
Dijimos: sin fe interna, sin fe en uno mismo, hay temor; el temor produce sufrimiento; el sufrimiento produce violencia; la violencia produce destrucción. Por ello, la fe en uno mismo supera la destrucción.
Y también dijimos: hay muchas formas de violencia y destrucción. Hay una violencia física, una violencia económica, una violencia racial, una violencia religiosa, una violencia psicológica y una violencia moral. Y denunciamos las formas de violencia y entonces nos dijeron que debíamos callarnos. Y nos callamos, pero antes explicamos: “Si es falso lo que hemos dicho, pronto desaparecerá. Si es verdadero, no habrá poder en el mundo capaz de detenerlo”.
Pasaron 12 años de silencio y ahora hablaremos nuevamente y nos escuchan miles y miles en los distintos continentes de la Tierra.
Y en el Occidente cínico, ahora nos dicen: “¿Cómo puede ser que alguien te escuche si no prometes dinero, ni prometes la felicidad; ni haces milagros, ni curas; si no eres un maestro, si eres simplemente un hombre como todos?”. “¿Nada hay de extraordinario en ti: no eres un ejemplo a seguirse, no eres un hombre sabio o alguien que ha descubierto una nueva verdad... Y ni siquiera hablas nuestra propia lengua. ¿Cómo es posible que alguien quiera escucharte?”
¡Oh!, ¡hermanos del Asia, ellos no entienden la voz que habla de corazón a corazón!
Ellos han logrado un cierto nivel de desarrollo material. Han logrado un nivel material que también nosotros necesitamos. Pero queremos desarrollo y progreso sin su suicidio, sin su alcoholismo, sin su drogadicción, sin su locura, sin su violencia, su enfermedad y su muerte.
Nosotros somos gentes comunes, pero no somos cínicos y cuando hablamos de corazón a corazón, los hombres buenos en todas las latitudes nos entienden y nos quieren.Y ¿qué decimos hoy desde India, palpitante corazón del mundo? Desde India cuya reserva espiritual ha sido enseñanza y respuesta para un mundo de mente enferma. Decimos: “¡Trata a los demás como quieres que te traten a ti!”. No hay acto humano superior a éste, no hay moral más elevada que ésta. Cuando el ser humano comprende esto y lo lleva a la práctica en cada día y en cada hora de su día, progresa y hace progresar a otros con él.
La Tierra se deshumaniza y se deshumaniza la vida y la gente pierde fe en sí misma y en la vida. Por ello, humanizar la Tierra es humanizar los valores de la vida. ¿Qué cosa hay más importante que superar el dolor y el sufrimiento en los demás y en uno mismo? Hacer progresar la ciencia y el conocimiento es un valor si va en la dirección de la vida. La generación y distribución justa de los medios de subsistencia; la medicina; la educación; la formación de intelectuales con sensibilidad social, son tareas que deben emprenderse con el entusiasmo y la fe que merecen toda obra que lucha por superar el dolor en los demás.
Bueno es todo lo que mejora la vida. Malo es todo lo que se opone a la vida. Bueno es lo que une al pueblo. Malo aquello que lo desune. Bueno es lo que afirma: “Todavía hay futuro”. Malo es decir: “No hay futuro ni sentido en la vida”. Bueno es dar a los pueblos fe en ellos mismos. Malo es el fanatismo que se opone a la vida.
Humanizar la Tierra es humanizar también a quienes tienen influencia y decisión sobre otros para que escuchen la voz de los que necesitan superar la enfermedad y la pobreza. Nuestra Comunidad se inspira en las grandes enseñanzas que predican la tolerancia entre los hombres. Y esa tolerancia va más lejos, porque pone como el valor más alto de todo acto humano a este principio: “Trata a los demás como quieres que te traten a ti”. Únicamente si se pone en práctica este principio opuesto a la insensibilidad, el egoísmo y el cinismo, se podrá comenzar a humanizar la Tierra.
Nuestra Comunidad es una fuerza moral tolerante y no violenta, que predica como valor más alto: “Trata a los demás como quieres que te traten”. Éste es el impulso moral que se debe canalizar en las nuevas generaciones y que debe practicar quien verdaderamente desee comenzar a humanizar nuestra Tierra. Muchas personas quieren perfeccionarse, muchos quieren superar su confusión interior y su enfermedad espiritual y creen que pueden hacerlo cerrando los ojos al mundo en que viven, y yo digo que crecerán espiritualmente sólo en el caso de que comiencen por ayudar a otros a superar el dolor y el sufrimiento. Por ello proponemos actuar en el mundo: no abandonar el partido, ni la organización a la que se pertenece, todo lo contrario. Si uno cree que su organización puede contribuir a superar el dolor y el sufrimiento uno debe militar entusiastamente allí, y si allí hay defectos, uno debe empujar para corregirlos y convertirlos en instrumentos al servicio de la humanización. Porque si no se renueva la fe en uno mismo, en el sentido en que uno puede contribuir al progreso, y si no se renueva la fe en las posibilidades de cambio de los otros (aun cuando existan defectos), quedaremos paralizados ante el futuro y entonces sí, triunfará la deshumanización de la Tierra.
Formar comunidades de familia, de compañeros de trabajo, de amigos, de vecinos; formarlas en las ciudades y los campos como fuerza moral que dé fe en sí mismos a los individuos y los conjuntos humanos, será crecer espiritualmente mirando el rostro de tu hermano para que también crezca. Y si crees en Dios, considera su infinita bondad y su designio para que el ser humano se ponga un día en pie y honre a la Tierra humanizándola.
Debes empezar una vida nueva y debes tener fe en que puedes hacerlo. Para que esto sea posible, acompáñame en un acto libre, valiente y profundo que sea, además, un compromiso de reconciliación. Ve hacia tus padres, tu pareja, tus compañeros, amigos y enemigos y diles con el corazón abierto: “Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mí”, y explícales entonces, este mensaje de reconciliación. Quisiera repetir estas frases: “Ve hacia tus padres, tu pareja, tus compañeros, amigos y enemigos y diles con el corazón abierto: ‘Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mí’ y explícales entonces, este mensaje de reconciliación.”
Para todos, ¡paz, fuerza y alegría!
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