¿Qué es la venganza?La venganza, el desquite, la represalia, la revancha, el resarcimiento, la vendetta, el desafío, el ajuste de cuentas, el escarmiento, la vindicta. ¡Cuantos sinónimos tiene la venganza! Y que pocos antónimos la siguen: algunos hablan de perdón, otros hablan de olvido. Nosotros, los humanistas decimos:
Ni olvido ni perdón, reconciliación.La venganza es un acto compulsivo, irreflexivo, contra una persona o grupo de personas en respuesta a una acción que consideramos lesiva a nuestra persona, a nuestras creencias, a nuestros sentimientos, a nuestro honor.
La venganza es una creencia profunda incorporada en la forma mental de la cultura occidental. Ya veremos que en otras culturas, la venganza no está en sus raíces.
Es imprescindible hacer algunas reflexiones sobre qué es esto de la venganza, y qué experimenta uno cuando cree que vengándose va a solucionar los problemas que impiden la reconciliación.
Para hablar de reconciliación hay que hablar de superar la venganza.
Según nos explica Silo (Venganza y Reconciliación, Grotte, Italia, mayo de 2008)
“la venganza es esa creencia profunda de que se puede resolver algo, haciéndole padecer al otro aquello que uno cree que es la base del padecimiento, la base del sufrimiento. Parece que la solución, por el lado de la venganza, es hacer sufrir al otro aquello que el otro le hizo sufrir a uno mismo o a otras personas. Entonces se está enfatizando eso de hacer sufrir al otro. Ese es el tema de la venganza. Y en Occidente eso está muy acentuado y es muy fuerte.”Pero claro, esto crea muchos problemas, porque la venganza está en nuestra raíz cultural occidental; entonces para nosotros, los occidentales, es muy difícil desentrañar el tema de la venganza, es como renunciar a la propia cultura, que se basa entre otras cosas en la venganza. Es un tema muy delicado, que nos toca muy profundamente en la raíz de esta cultura.
Necesitamos escudriñar adentro de nuestra propia estructura mental esa cosa de la venganza que está fuertemente incorporada en nosotros. En nuestras cabezas y en nuestros corazones está fuertemente incorporado el tema de la venganza. Claro, nos metemos en temas muy profundos y muy complicados. De formas mentales de las culturas.
Para comenzar a desentrañar la raíz de la venganza, tengo que hacer un esfuerzo superlativo, necesito “universalizarme”, es decir convertirme en parte de una cultura universal, una cultura del ser humano y salirme de mi propia cultura con la que estoy identificado.
Universalizarme, poner en discusión las raíces culturales de donde parto es, de alguna manera, como si yo me traicionara a mí mismo.
En un crimen, si no quisiera vengar la muerte del ser querido, es como traicionarlo, y si yo me reconcilio con ese asesino es como si de algún modo yo le estuviera dando la razón al otro. Ese es el primer registro que noto.
Entonces, por esa misma forma cultural en la que participo pareciera que estoy obligado a la venganza. Porque de otro modo siento que traiciono a los que han sido perjudicados.
Ese es el perverso mecanismo que necesitamos superar, porque es una trampa de nuestra conciencia.
El principio de solución al problema de la venganza, es reconocer que está enraizada en nuestras propias vidas, en nuestras raíces culturales, y basándonos en los elementos que están en nuestra propia cultura, hacer el intento sostenido para superarla.
Este es uno de los estigmas de la cultura occidental, por haber creado situaciones de venganza y por no haber logrado reconciliaciones, con los patrones ideológicos de la cultura occidental. Así que parece que la cultura occidental hubiera creado serios problemas a la humanidad, honestamente. Hoy los vemos porque es una cultura que está en decadencia. Esta cosa es un poco dura de aceptar.
Si el tema de la venganza, que empieza en el Código de Hammurabi, luego se continúa en el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, quiere decir que es parte de un área cultural.
Necesitamos desmontar ese mecanismo de la venganza, estudiar su estructura, ponerla en movimiento, desentrañarla y superarla para vivir humanamente.
Es muy complicado, pero sin duda que todos tenemos que hacer cosas en ese sentido. Es toda una estructura cultural y una estructura social la que hay que modificar. Y lo más inmediato es preguntarnos nosotros mismos: ¿de qué me vengo? ¿Qué es eso tan grave que me hicieron que permanentemente estoy buscando vengarme? Con esas respuestas podré ir desentrañando la urdimbre de la venganza en mí, en lo social, en lo cultural; en última instancia, plantearnos la superación de la venganza es plantearnos la superación de un sistema cultural inhumano.
Tal vez tengamos que hacer una reflexión muy profunda sobre esto. Cómo se gesta la venganza en el conjunto social y en la cabeza humana. Cuál es la creencia de fondo que se tiene en la cabeza, ¿no será la creencia de que hacer sufrir al otro compensa ese desequilibrio cósmico que se ha producido por la injusticia que cometió el otro?
Quizás necesitemos adentrarnos en otras reservas culturales, que no son las occidentales, y que esbozaron soluciones en algunos momentos, tales los casos de las culturas hinduistas y las del ubuntu en el África, entre otras. Adentrarnos en las culturas de la noviolencia, por ejemplo.
La No-violencia activa es una construcción humana, que tiene por objetivo la transformación de las condiciones oprimentes en que vive una persona, un grupo de ellas o la sociedad en general. Es un método de acción y un estilo de vida.
Esta metodología, data de la cultura hinduista de los Vedas, hace aproximadamente 2800 años, quienes incorporaron el principio del ahimsa (rechazo a ejercer cualquier forma de violencia contra el individuo, la naturaleza, el insecto o la planta).
La idea de la no-violencia fue desarrollada por muchos pensadores y filósofos, entre otros por los escritores rusos León Tolstoi y Fiodor Dostoievsky. La fórmula de Tolstoi que promulga la supremacía del amor y el “no empleo de la violencia ante la maldad”, en otras palabras, la incoherencia de luchar contra una maldad con otra maldad, adquirió resonancia mundial. En otras palabras, es incoherente hacer lo que critico que otros hacen.
Mahatma Gandhi (1869-1948) formuló a su modo la ética de la no-violencia basándose en aquel principio del ahimsa y en la “ley del sufrimiento”. Gandhi logró organizar un movimiento anticolonial noviolento, que se manifestó en la insubordinación civil masiva y prolongada a las autoridades inglesas, negándose a colaborar con las mismas, defendiendo su originalidad y libertad, pero sin recurrir a los métodos violentos, movimiento que dispuso el terreno para que Gran Bretaña renunciara a su supremacía en la India.
Más adelante, la no-violencia activa construyó otro peldaño en la lucha por los derechos civiles de los negros en los EE.UU. bajo la dirección de M. L. King y la actividad desarrollada por Kwame Nkrumah en Ghana. Pueden mencionarse también las intervenciones civiles de A. Solzhenitsin, A. Sakharov y S. Kovalev, contra el totalitarismo soviético.
La
no-violencia sigue viva y desenvolviéndose en el mundo. Las intervenciones diarias y masivas de las capas bajas de trabajadores, mítines y manifestaciones de protesta, huelgas, movimientos femeninos y estudiantiles, manifestaciones campesinas, ediciones de hojas barriales, volantes y periódicos, intervenciones por radio y T.V., todo eso constituye las formas de la ética y práctica de la noviolencia
Así, el 4 de mayo de 1969, en Punta de Vacas, al pie del Aconcagua,
Silo, en su alocución conocida como la “arenga de la Curación del Sufrimiento”, hace un llamamiento para acabar con la violencia, palabras que hoy, a 40 años, tienen un sentido de urgencia, por el agravamiento de la situación humana y social mundial. Allí, especificando las distintas formas en que se expresa la violencia, dijo:
…No hay falsas puertas para acabar con la violencia.¡Este mundo está por estallar y no hay forma de acabar con la violencia!¡No busques falsas puertas!No hay política que pueda solucionar este afán de violencia enloquecido.No hay partido ni movimiento en el planeta que pueda acabar con la violencia.No hay falsas salidas para la violencia en el mundo…Únicamente puedes acabar con la violencia en ti y en los demás y en el mundo que te rodea, por la fe interna y la meditación interna.Es la primera vez en la historia que un occidental, universalizando su mirada, comienza a gestar la doctrina del Humanismo Universalista, dando nacimiento al Movimiento Humanista, a los organismos sociales, políticos y culturales que lo conforman y al Mensaje de Silo en la faz espiritual, trabajando cada uno en su ámbito de influencia en minimizar la violencia hasta el límite extremo, superarla completamente en perspectiva y encaminar todos los métodos y formas de resolver oposiciones y conflictos sobre los rieles de la noviolencia activa y transformadora.
Posteriormente, en París, el 16 de noviembre de 1989, la Conferencia General de la UNESCO, a instancias de su entonces Director General, Federico Mayor Zaragoza, activo adherente a nuestra Marcha Mundial, decide difundir “El Manifiesto de Sevilla sobre la violencia”, redactado en 1986 por un equipo internacional de científicos y especialistas convocados con ocasión del Año Internacional de la Paz, organizado bajo los auspicios de las Naciones Unidas, quienes basados en hechos científicamente probados, desmienten creencias aún vigentes, y sintetizan:
“En conclusión proclamamos que la guerra y la violencia no son una fatalidad biológica. Podemos poner fin a la guerra y a los sufrimientos que conlleva. No con esfuerzos aislados, sino llevando a cabo una acción común. Si cada uno de nosotros piensa que es posible, entonces es posible. Si no, no vale la pena ni intentarlo. Nuestros antepasados inventaron la guerra. Nosotros podemos inventar la paz. Todos nosotros, cada uno en su sitio, tenemos que cumplir con nuestro papel”.El Movimiento Humanista, a través de su organismo “Mundo sin Guerras y sin Violencia”, utilizando esta metodología de acción personal y social, la no-violencia activa, promueve hoy una acción concreta sin precedentes en la historia humana,
La Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia, a fin de crear conciencia social del gravísimo problema de la violencia que nos aqueja, de sus verdaderas raíces, de sus diferentes formas de manifestación, a la vez que hace una convocatoria a la humanidad a involucrarse en ella con acciones ejemplares, para dar un paso más en la erradicación de las prácticas violentas de la faz de la Tierra. Por esto decimos:
La paz es posible y se construye con la metodología de la No-violencia activa.