“La continua evolución del Universo muestra el ritmo de diferencias, combinaciones y síntesis cada vez de mayor complejidad. Nuevas síntesis asumen las diferencias anteriores y eliminan materia y energía cualitativamente no aceptables para pasos más complejos”.
Estudiamos, con esta Ley, la transformación del individuo y su relación con los cambios del ámbito mayor dentro del cual se incluye.
Esta ley está relacionada con la anterior y explica que una estructura se desintegra porque no puede hacer frente a las nuevas situaciones que le impone el desarrollo; en cambio los elementos más nuevos y de mayor vigor se desarrollan desde su interior hasta desplazar al sistema más viejo. Este nuevo sistema es más complejo y evolucionado que el anterior.
Muchos elementos son desechados porque son como vías muertas. A pesar de que toda la experiencia es importante, muchos elementos no son constructivos. A esos elementos que no sirven para que sobre ellos se construyan nuevas experiencias, las denominamos experiencias no constructivas, no progresivas.
Esta idea explica la superación de lo viejo por lo nuevo. Lo nuevo, sin embargo, está estructurado según las experiencias anteriores. En particular sobre las más recientes. A medida que una experiencia se apoya sobre otras que son progresivas, concomitantemente
otras, las más regresivas, quedan de lado.
Este postulado nos permite estudiar lo compositivo de un objeto, fenómeno o situación, y explica cómo se da la dinámica dentro de un proceso.
Hemos visto hasta aquí que todo fenómeno que queramos estudiar no existe aislado, sino condicionado por la estructura mayor que lo contiene, que esa estructura está en evolución hacia formas más complejas y que a cada paso se verifican relaciones de concomitancia con fenómenos que se dan dentro del mismo ámbito.
Detengámonos ahora en el objeto que queremos estudiar y analicemos su composición.
Al hacer esto, observamos que los componentes internos no están quietos, se mueven.
Pero no de manera anárquica. En ellos también encontramos una lógica de transformación que indica que esos elementos primero se diferencian, luego se complementan y finalmente se sintetizan, en un proceso continuo.
Y en estos pasos de diferenciación, complementación y síntesis encontramos una clave en la dinámica del proceso, lo que da movimiento a la estructura.
Diferenciación significa que lo que en un momento era homogéneo, en el momento siguiente se desagrega dando lugar a elementos con distintas características.
Complementación indica que esos elementos diferenciados tienden a relacionarse, a interactuar.
Finalmente, síntesis implica que esa interrelación da lugar a un nuevo elemento que no es la simple sumatoria de los atributos anteriores, sino un nuevo elemento cualitativamente diferente. En la síntesis hay un salto cualitativo que hace que este nuevo elemento sea más apto para continuar el proceso.
Esta ley nos permite entonces el estudio de la composición del objeto, pero no de manera estática, fija, sino con una dinámica dada por los pasos descriptos. Y es en esta necesaria tendencia de superación, donde los elementos que no son aptos para pasos más complejos, son desechados, y los nuevos elementos son la base de los próximos pasos.
En el estudio de la Historia, por ejemplo, el materialismo planteado por Engels y Marx postula que el motor de la historia es la lucha de clases, donde opresores y oprimidos, en continua dialéctica, explican por qué se mueven esos procesos.
Para nosotros esta es una visón “desde afuera” del proceso humano, una visión que estudia el proceso humano como quien estudia la órbita de un planeta.
En cambio, desde la perspectiva que nos plantea esta ley, diríamos más cercanos a Ortega, que el motor de la historia es la lucha generacional que se entabla cuando nuevas generaciones de coetáneos luchan por desplazar a las generaciones en el poder del presente social y es este vital fenómeno el que explica cómo más allá de toda otra consideración, la historia humana se desenvuelve; no son entonces las “condiciones objetivas”, externas, las que determinan el fenómeno, sino la lucha de las distintas subjetividades temporales que cada generación porta consigo. Las generaciones son el tiempo social en movimiento.
En el terreno personal también podríamos ver cómo opera esta visión. Así, unos pueden pensar que la conducta puede ser explicada sólo como reacción ante los estímulos externos, como en los experimentos de Pavlov. Entonces se piensa que es posible domesticar a las personas en función de los estímulos a los que se los someta. De allí surgen, por ejemplo, las ideologías de la represión o de los premios y castigos para disciplinar a la sociedad.
También uno mismo puede verse así, y al estudiar su vida, creer que lo que le pasa es mecánico reflejo de lo que le ocurrió.
Desde la perspectiva de esta ley para comprender la vida de una persona, y por cierto la propia, es necesario atender a cómo la vida personal se fue desenvolviendo según los elementos progresivos, de mayor adaptación creciente, al desarrollarse, desplazaron a los regresivos. Cómo se creció cuando se pudo avanzar en ese proceso de iferenciaciones, complementaciones y síntesis continuas, y cómo la vida pareció detenerse cuando no se pudieron superar los elementos regresivos.
Bueno, pero estos son sólo ejemplos y no es la idea profundizar en ellos. Únicamente remarquemos que esta ley nos dice que lo que mueve la estructura en sentido evolutivo, en dirección a ganar mayor complejidad y adaptación, es esa suerte de pequeño proceso de diferenciaciones, complementaciones y síntesis que podemos observar en lo interno de cualquier fenómeno que se da en el mundo y en la propia conciencia.
Entonces estas son las cuatro estructuras teóricas, que dan sustento conceptual al método que vamos a estudiar y al modo en que vamos a proceder para poder comprender y operar.
Este método no está en el aire, sino que se desprende de esta base teórica que hemos comentado.
Para sintetizar este capítulo remarquemos que estas leyes son presentadas separadamente para facilitar su comprensión, pero valdrá el esfuerzo de considerarlas simultáneamente construyendo en nosotros un modo de mirar estructural y dinámico que nos permita acercarnos a los objetos que vayamos a estudiar de un modo nuevo.
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